Propuesta de articulación que cosecha buenos resultados
Un programa de la UBA acerca el secundario a la universidad
Los Talleres de Ciencia que propone la Facultad de Ciencias Exactas convoca a los alumnos de nivel medio a conocer más de cerca sus carreras.
De la redacción de El Litoral
educacion@ellitoral.com
“Descubrí nuevas carreras, además de tener más opciones para el futuro”. “Me ayudó a abrir un proyecto más en la cabeza y fomentó mi curiosidad”. “Me sirvió para darme cuenta de que quiero estudiar algo relacionado con las Ciencias Naturales y, en especial, la Química”. “Pude aprender cosas nuevas y me va a servir para saber qué voy a estudiar”. Son algunos de los comentarios recogidos a través de una encuesta a alumnos de escuelas secundarias que participaron de alguno de los Talleres de Ciencia, que lleva adelante la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Como parte de su trabajo de articulación con el nivel medio, esta actividad -además de multiplicar y mejorar la oferta de enseñanza relacionada con las ciencias exactas y naturales que habitualmente reciben los estudiantes en la escuela secundaria- es una oportunidad para acercar a los alumnos al ámbito de la investigación y encontrar en él alternativas vocacionales.
La información sobre este programa, que la UBA realiza desde el 2006, llegó a la redacción a través de Marcos Medina, docente de la localidad santafesina de Llambi Campbell, a raíz del informe que publicara El Litoral el pasado 25 de septiembre sobre “Articulación entre el secundario y la universidad ¿qué falta mejorar?”.
En la carta enviada al diario, Medina señala que “el trabajo de adolescentes con científicos e investigadores sirve para abrir un abanico de oportunidades que el alumno (secundario) no conocía; es hacerlo ver una oportunidad en su vida; es mostrarle algo nuevo, aunque después dependerá de él tomarlo o dejarlo” (Ver parte).
Objetivos
Los Talleres de Ciencia de la Facultad de Ciencias Exactas están destinados a estudiantes de escuelas medias de Capital Federal y Buenos Aires, se realizan en laboratorios e instalaciones de la facultad y están a cargo de los profesores universitarios e investigadores.
“Tratamos de que vengan alumnos que se inclinen por algunas de nuestras carreras de Ciencias Naturales o Exactas, o que tengan dudas o quieran conocer más de cada una de ellas. A veces, por ejemplo, confunden Oceanografía con Geología Marina, o creen que acá se estudia solamente Química cuando tenemos una gran variedad de carreras poco conocidas, como Paleontología”, explicó Valeria Francisco, integrante del equipo de la Dirección de Orientación Vocacional (DOV) de la Facultad de Ciencias Exactas.
No es un dato menor que una facultad de ciencias duras tenga un área permanente de articulación con los alumnos de nivel secundario. Los programas que lleva adelante esta oficina (Talleres de Ciencia, Científicos por un día, Experiencias didácticas y Estudiando a los científicos, entre otros) brindan nuevas oportunidades de aprendizaje a estudiantes con altas motivaciones y vinculan las temáticas abordadas con el quehacer científico y tecnológico.
Derribar prejuicios
“Por los Talleres de Ciencia pasan entre 100 y 200 alumnos de secundario por año. Habilitamos de 4 a 6 talleres anuales, que tienen dos meses de duración cada uno. Los chicos deben venir a la facultad y a los laboratorios una vez por semana para estar en contacto con los docentes y con la vida universitaria, y hacer los ejercicios propuestos. Algunas clases son expositivas, otras más prácticas”, explicó Valeria Francisco.
Algunos de los talleres tratan sobre: investigación y tecnología en computación, qué son y cómo funcionan las proteínas, química y color de los textiles, introducción a las ciencias de la tierra, la atmósfera y los océanos, cómo trabaja un físico, y química sostenible.
“Hacemos evaluaciones y encuestas a los chicos al terminar la actividad. Ellos se copan con los talleres y dicen que les sirven para conocer las carreras, que aprenden conceptos de las disciplinas. Una cuestión que repiten es el buen trato de los docentes, porque llegan con prejuicios de lo que es un profesor universitario”, destacó.
Advirtió que este programa no pretende que los alumnos del secundario “aprendan conocimientos que son de nivel universitario” sino que intenta que “se lleven una idea de cómo se trabaja en la universidad y palpen de cerca de qué se trata una carrera de nivel superior”, cerró.
/// opinión
Para replicar
Marcos Martín Medina
Para que haya una buena articulación entre secundaria y universidad tiene que haber, primero, una buena relación entre ambas, algo que no es difícil. En segundo lugar, hace falta un programa en el que docentes de todas las áreas participen activamente con los alumnos, que serían los primeros actores.
Una buena propuesta son los Talleres de Ciencia de la UBA destinados a alumnos de Capital Federal y Gran Buenos Aires. He trabajado en este tipo de talleres con mis alumnos y la verdad es que son muy buenos, los entusiasman y alientan a seguir. Ésa es la forma de incentivarlos. En cuanto al estudio, es algo que viene solo porque siempre dependerá de cada alumno estudiar o no hacerlo.
En los Talleres de Ciencia, los alumnos de secundaria son los que participan al 100 % de las tareas que los investigadores, científicos y docentes de la UBA les brindan, mientras que los docentes de secundaria actúan sólo como veedores y nexos.
Para las universidades de Santa Fe, sería un muy buen “enganche” a más alumnado, una forma de hacer gustar las ciencias en general. Las universidades -así como los institutos de nivel terciario- podrían brindar varios talleres y en diferentes áreas, y manejarlos a través de los equipos de orientación vocacional.
El intercambio estudiantil es otro incentivo de estos programas. En cuanto a responsabilidades por salidas o viajes que deban hacer los adolescentes, es algo posible. Es claro que el padre siempre tiene que estar informado tanto por los equipos docentes y orientadores de los talleres. En los talleres de UBA, los alumnos secundarios se manejan prácticamente solos, cuentan con seguros que les brinda el colegio y los viáticos están a cargo de la universidad o de su escuela.
Lo de echar culpas vaya saber a quién no tiene ningún sentido, para qué hablar del pasado si lo hecho, hecho está. Para lo único que me sirve lo mal hecho en el pasado es para mejorarlo o no volverlo a repetir.
Sabemos que los adolescentes de hoy han perdido mucho interés. Hablarles de la conquista del espacio o de lo que hace el acelerador de partículas, quizás no sea para ellos más interesante que hablarles de celulares o de Tinelli. Es por esto que si el adolescente tiene un rol protagónico importante, algo que lo haga sentir útil, su visión general cambiará. Esto es lo que pienso, sueño y quiero llevar a cabo.
*Docente de Llambi Campbell.
/// el dato
Reflexión
La particularidad de estos talleres reside en la propuesta de un modelo de pensamiento científico, en donde no se trata de mostrar o transmitir resultados acabados sin espacio para la reflexión, sino, por el contrario, de recrear el proceso mismo de generación de conocimiento de la ciencia. Se privilegia la formulación de preguntas, el planteo de hipótesis, la experimentación, la discusión, la validación o refutación de las ideas y la comunicación de los resultados. Asimismo, se intenta transmitir el gusto y la emoción de la actividad creadora que acompaña la tarea de investigación científica.
+ información
www.fcen.uba.ar/dov
Fuente: El Litoral
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